Cuéntame con los ojos cerrados cuánto has ganado y todo lo que has perdido, miénteme y dime que nunca te has sentido abatido, que nunca has soñado conmigo, que de todas las veces que has sufrido no ha habido más testigo que el aliento entrecortado de un silencio dañino. Recuérdame que te diga que quiero estar siempre contigo, que no voy a irme si tú no te has ido, que quiero curarte todo lo que te hayan herido, que estoy dispuesta a darte mucho más de lo que te pido.
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