De príncipes y princesos están los cuentos llenos y al final sapos verdes y gruesos nos roban todos los besos. Si las charcas ahogaran a las ranas que las han pisado ni una rana quedaría para poder saltar a otro lado. Recuerdo todos y cada uno de los besos que me han dado. Las mariposas de mi estómago sólo se convierten en gusanos.
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