Sabes que algo va mal una vez pierdes las ganas de soñar, las ganas de pensar en todo lo que deseas, que empieza y acaba en tu cabeza. Cuando pierdes la voluntad de hacer algo que cambie las cosas, la situación en la que vives día a día; cuando fijas tu vista en un punto, miras sin ver y escuchas sin hablar. Ese momento en el que todo lo que tienes que decir son palabras mudas, que suenan pero que no expresan nada.
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