Que jamás en ésta vida se me agote el corazón; que mis armas sean mis ojos y los cargue la razón, que los juicios a mi misma no os hago más que yo. Me ha devuelto la alegría y mis días iluminó, quien merece su sonrisa que haga de ella una canción compuesta con grandes versos que sean fuego en explosión.
Sus ojos como el viento, sus manos son un dragón. Sus labios el cielo abierto, sus brazos mi salvación.
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