Su sonrisa ya no me canta y mis oídos ya nada escuchan. No quiero ser si no son sus abrazos los que me curan. No quiero ni puedo ser una santa, ya ni mis versos me ayudan. Tan sólo mi sonrisa me escuda de tanta mirada muda, de todo silencio que acusa que yo ya no soy lo que era. Que quizás nunca he sido su musa.
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