miércoles, 19 de octubre de 2011

Las 03:58.

 Oí los escalones como todas las madrugadas, ésta vez demasiado temprano. Me levanté del sofá, me calcé las chanclas y fui a darle los buenos días. El café con galletas y el beso en la mejilla: su desayuno.

 -El jueves es el cumpleaños de mamá.- Susurré.

 -Dieciocho...- Miraba el calendario mientras daba sorbos de su taza llena de café. -Cuarenta y ocho. Cómo se pasa la vida...- Con la vista fija en el calendario, en un marcado jueves día 20, mirando sin ver, viendo algo vete a saber qué; recuerdos de un ayer más lejano cada día totalmente nítido en su memoria, pude suponer. -El tiempo se pasa... Y luego te arrepientes de muchas cosas.

 Se terminó el café y, tras ponerse los zapatos del trabajo, se metió en el coche, le dí un beso en la frente y arrancó el motor.

 -Ten cuida'ico y no cojas...

 -... caramelos de extraños. Ya.- Cerró la puerta y sacó aquellos cuatro aros verde intenso.


 Y así oí perderse ese ronroneo al desaparecer doblando la esquina. Cerré la puerta y, como siempre, recé para que llegase a casa mientras echaba el pestillo con un fuerte chasquido metálico.

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