Dejarán de existir para mí las caras largas y las malas noticias, y derrumbaré a base de soluciones catapultadas aquellos problemas que parecen castillos. Olvidaré todo aquello que me halla encendido la llama de la ira y guardaré bajo llave todo lo que me ha hecho sentirme triste.
Cambiaré el miedo y la soledad por elefantes rosas con superpoderes y capa, y no, no lo haré a base de drogas, tal y como estáis pensando. x)
Me iré a mi mansión multicolor ingravitatioria en mi mundo de los sueños y la decoraré con frikadas a porrillo de El Señor de los Anillos.
Me tiraré en mi preciosa cama de paja y recordaré viejos tiempos en los que mi sonrisa era tan grande que se consideraba un ente totalmente aparte de mí.
Encenderé la chimenea por navidad, sólo por navidad, dónde toda la familia, (incluyendo los que ya no están), no sentaremos juntos a disfrutar de los langostinos, el salmón y el delicioso cóctel de gambas de mamá, y luego los primos jugaremos al Risk mientras los demás se reparten entre el sofá y el pie de la lumbre, hablando y riendo. Siendo felices.
Y así, cuando despierte, tendré las pilas recargadas y me sentiré con fuerza para parar un tren con mi eterna, eterna sonrisa, más fuerte y dura que el adamantium y más brillante que el mismísimo sol, para acabar con la tristeza, con el miedo, con la soledad y con los oscuros días de quién lo necesite.
Soy la felicidad personificada, y es mi deber seguir siéndolo.
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