Mira qué vida, qué grandísimo esperpento, todo ocurre demasiado lento hasta que te das la vuelta y miras. Y mira qué panorama, todo parece desierto, y estoy cansada de andar, caer, y acabar enterrada. No tengo donde ponerme a cubierto, y aunque lo tuviese, tampoco lo querría, mi orgullo me obligaría a seguir sin agarrarme a nada, a anticiparme a lo incierto. Pero lo cierto es que me contradigo, que primero las despliego y luego me corto las alas. Que no puedo llegar al cielo si no tengo un poco de agua.
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