viernes, 30 de septiembre de 2011

Se acabó mi día de gloria.

 Nunca me ha gustado cumplir años, pero hoy ha sido casi perfecto. Berridos, chaladuras, golpes, berrinches y bochinches por todas partes con gente, de los que aprecio a la mayoría, seamos sinceros... xDD
 Al principio ha sido un poco durillo, pero al final me he acostumbrado, me jode, pero me he inmunizado; 
me duele, pero me he chutado emicraneal de ese que toman los de 
Estopa y he jugado al Jungle vengándome y descargando furia acumulada. 


 Y ahora me siento bien, sola, pero bien, con ganas y dispuesta a ser LIBRE ya por fin; olvidar mis estúpidos celos y mis gilipolleces ''derp derp derps'' y seguir con mi vida recordándolo todo con gracia, como ''me comporté como una estúpida, jajajajaja'' XDD
 Vamos lo de siempre, pero versión tocha.
Muchas gracias a todos los que me han felicitado y a los que han estado ahí antes, ahora, y siempre.

martes, 20 de septiembre de 2011

La hija del Sereno.

 Quién nada sabe sobre mi padre, nada sabe sobre mí, pues, aunque podemos parecer completamente opuestos y tener constantes discusiones, sé que soy su viva imagen. Ambos somos impulsivos, indecisos, irritantes, cabezones, chisposos, de venazo y no conocemos el significado de la expresión ''bajar la voz''. Llevamos el dolor por dentro y cuando nos alteramos decimos las cosas sin pensar, y a veces, se hace daño. Son detalles que ambos deberíamos cambiar, aunque, la mayoría de las veces, intentar razonar con él es inútil. En cuanto ocurre algo que no le gusta, se lo toma todo a la tremenda, comienza a vociferar y acaba hablando de algo que no tiene nada que ver con el tema inicial, algo en lo que, por cierto, también nos parecemos.

 Cualquier intento de conversación con él en casa es inútil gracias a eso que llamamos el mejor invento del hombre: La televisión. Y es que lo emboba como a un gato un ovillo de lana: Una vez la enciende, no te acerques a él, que araña; y, sinceramente, me gustaría poder hablar más con él, explicarle todo lo que es importante para mí y porqué lo es. Compartir mis inquietudes e interesarme por las suyas, como más o menos es mi relación con mi madre.

 Me encantaría hablar con mi él sobre mi abuelo, el que poco me atrevo a nombrar por no reavivar el dolor que se empeña en no mostrar, en aparentar que no existe. Me gustaría que me contara cosas sobre su familia, su pasado y sus recuerdos, profundizar en todo aquello de lo que sólo puedo arañar la superficie.

 Adoro esa sensación cuando estamos los tres juntos y surge un tema de conversación en el que mi padre comienza a hablar con una intensidad y unas ganas que pocas veces comparte; Abre los ojos tanto como sus parpados se lo permiten, alza sus cejas, echa la cabeza hacia adelante y gesticula sin parar con las manos. Es fantástico verle tan entusiasmado, pues todo lo que sale de su boca últimamente es deprimente. Está quemado, hastiado de llevar la vida que lleva. Cansado de no vivir. Y le entiendo, en la medida de lo posible.



 Poco a poco y desde ahora, quiero que estemos más unidos. Quiero, de forma que no diga ''¿Es así cómo me ves?'' que sepa lo que pienso y lo que siento, y que lo entienda. Quiero poder decir algún día que realmente conozco a mi padre.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Wake me up when september ends.

 Sabes que algo va mal una vez pierdes las ganas de soñar, las ganas de pensar en todo lo que deseas, que empieza y acaba en tu cabeza. Cuando pierdes la voluntad de hacer algo que cambie las cosas, la situación en la que vives día a día; cuando fijas tu vista en un punto, miras sin ver y escuchas sin hablar. Ese momento en el que todo lo que tienes que decir son palabras mudas, que suenan pero que no expresan nada.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Días pesados como un saco.

 El calor,
 el cansancio de trasnochar, 
el olor a lo mismo de todos los días y las pocas ganas de hacer algo 
por cambiar la rutina, 
de forma que sólo consigo pensar en lo que no debo y me destroza. 
Pensar que todo puede cambiar.


martes, 6 de septiembre de 2011

Mis ganas de vivir.

 Ganas de Instinción, de futbolín y noches de nada. De pan, de risas y conversaciones de besugos. Quizás un poco de alcohol para nublarnos un poco los sentidos, pero no tanto como para dejar de ser nosotros mismos, y puede que al final, a la hora de irse, poner una canción melancólica y derramar una lágrima o dos ocultas en la oscuridad de un cielo triste.